El operístico no parece ser un género arquitectónico en auge. Los nuevos teatros líricos no entusiasman, y las rehabilitaciones de los antiguos suelen ser polémicas. Dos edificios de nueva planta son la Ópera de Copenhague, de Henning Larsen, y el Palacio de las Artes en Valencia, de Santiago Calatrava; un ejemplo de renovación, el de Mario Botta en La Scala de Milán [ElPaís.es]