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Doble dimensión, doble profundidad /  por Juan Ramírez Guedes [09/10/08]

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Mayoritariamente el debate sobre la arquitectura urbana en España se ha centrado en los últimos años principalmente en los llamados edificios emblemáticos, debate que empieza a arrojar la constatación de la endeblez y los límites de esa experiencia al mismo tiempo que emerge ahora de nuevo el tema de la vivienda, tanto en función de la dificultad de acceso a la misma por las características del mercado inmobiliario, como una característica específica en España de la crisis económica mundial, como por la cada vez más evidente necesidad de una reflexión sobre las formas del habitar contemporáneo tanto en su dimensión individual o familiar: la casa, la vivienda; como en su dimensión colectiva: el espacio urbano, la ciudad.

Y por ello esta reflexión sobre las formas del habitar contemporáneo, a mi modo de ver, comporta detenerse en el papel que la vivienda puede desempeñar, más allá de su estricta función residencial; me refiero al papel de la vivienda como material de construcción de la ciudad, ese espacio que todos habitamos juntos, un espacio que no puede entenderse únicamente como una colección de objetos singulares, edificios de marca donde se desarrollan determinados rituales sociales vinculados a la política, los negocios, el ocio o la cultura, sino como un lugar, el lugar de lo urbano, donde junto a los elementos y funciones anteriores, la vivienda aparece como el verdadero soporte de su condición dinámica y viva, depositario de su carta de naturaleza como ciudad. Sin la vivienda no existe la ciudad.

La vivienda, construye la ciudad, la verdadera ciudad de la vida, por encima de la ciudad de la imagen y la representación; la dimensión urbana del habitar es el habitar juntos, la construcción, de nuevo, de un tejido y un espacio donde la ciudadanía tiene lugar; recordemos con Heidegger que el habitar es un construir fundante.

Por eso regresa el debate sobre la vivienda, y no sólo en términos socioeconómicos, sino además en términos antropológicos y urbanos; en términos arquitectónicos en la plenitud de su sentido. La vivienda, por tanto también, como elemento de referencia y dispositivo de organización del espacio colectivo, la vivienda como la materia prístina de la ciudad, tanto en aquella dimensión de la urbs, como conjunto de los edificios, como en la de la civitas, el conjunto de sus habitantes, los ciudadanos, una doble dimensión.

La obra '8 casas inscritas y tres patios. Edificio VPO', en Vecindario, Gran Canaria, de Pedro Romera García y Ángela Ruiz Martínez, vencedora del Primer Premio en 2008 de la última edición del Premio de Arquitectura de Canarias en su categoría de vivienda, y seleccionada para los premios FAD, desarrolla un hábil trabajo de interpretación del contexto normativo de la vivienda social, siempre sujeto a importantes limitaciones, logrando un edificio de gran fuerza plástica, donde la variabilidad de su fachada ventilada incorpora una interesante variabilidad cromática dentro de un paisaje urbano de escasa cualificación. La utilización de los elementos arquitectónicos primarios como la luz, el color, la textura, la geometría, la volumetría y la materia, estructuran una muy articulada relación interior-exterior, entre el despliegue de un plano plegado de gran fuerza visual en el espacio de la calle hasta la creación de una atmósfera doméstica cromáticamente particularizada en cada uno de los patios, también de gran capacidad plástica en una reverberación de la arquitectura de Barragán de cierta resonancia metafísica.

Junto a este interior sobre el que gravitan las viviendas, la geometría plegada de la fachada en su movilidad, entre el pliegue y el despliegue, entre la clausura blanca y casi inmaterial del plano articulado y sus aperturas cromáticas, incorpora un elemento de dinamismo en el paisaje de la calle, resultando una obra que dignifica y reivindica como posible la calidad de la arquitectura de la vivienda social y su papel regenerativo de la visualidad del espacio público urbano, constituyendo en nuestra opinión la mayor aportación innovadora de esta edición del premio, un edificio de fachada profunda que en la profundidad de su espacio interior, a través de la luminosidad de sus patios policromados alberga también una doble dimensión de apertura desde la profundidad del espacio.

 

Juan Ramírez Guedes. 2008

 

 

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