Buenos Aires / Argentina |
¿Qué hay de nuevo? / Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste [22/10/08] |
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Los pasados 29 y 30 de septiembre tuvo lugar la cuarta edición de 'Coup de Dés', la serie de conferencias y debates organizados por la Fundació Mies Van de Rohe propuesta como una oportunidad para debatir el estado de la praxis arquitectónica produciéndose en la actualidad. Su funcionamiento se basa en la realización de la presentación de la obra de un arquitecto, tras la cual se abre un diálogo entre el autor y un crítico, que ofrece su visión sobre el proyecto. '¿Qué hay de nuevo? Buscando pistas' ha sido el título que ha englobado las intervenciones de esta edición, comisariada por Iñaki Ábalos, y en la que en el lado de los arquitectos han estado presentes Enric Ruiz-Geli, Spela Vidècnik, Mercè Berengué, Robert Knoieczny, Philipe Rahm y el propio Ábalos; y en el de los críticos, Xavier Costa, Ákos Moravánszky y Andreas Ruby. El encuentro partía de la premisa de asumir 'dinamismo, inventiva y capacidad de adaptación' como las características que definen la arquitectura de la vieja y la nueva Europa realizada por los profesionales que actualmente cuentan entre 35 y 50 años. Su energía, se argumenta, 'plantea un contraste muy marcado respecto al conformismo tedioso en la tipología y la tecnología de hace tres décadas', ha supuesto una revisión de las tipologías históricas como respuesta a las transformaciones profundas que atraviesa una Europa que, en su versión contemporánea, proponía el planteamiento conceptual del encuentro, debe ser entendido como territorio 'multiétnico, globalizado y concienciado con el medio ambiente'. Descartando de partida esperar que ponencias y debates se ciñeran a los dos temas 'emergentes' que se planteaban como ejes del seminario ('la revisión del concepto de espacio público y doméstico frente a los actuales cambios culturales y técnicos y la búsqueda de alternativas al modelo cultura consumista'), si lo que se intentaba era asistir a un panorama general de lo producido en Europa en los años recientes y lograr así con ello hacer una comprobación de los derroteros por los que transita la arquitectura hoy, la primera conclusión que se pudo extraer tras las intervenciones del heterogéneo, y seguramente representativo, grupo que se dio cita en el pabellón de Mies van der Rohe, es que la crítica ha desaparecido como forma de actividad intelectual. Se echó en falta en ellas autocrítica, reflexión, y por encima de todo el diálogo constructivo realizado en un tono positivamente desafiante, no autocomplaciente y adulador, como el que predominó. La idea de confrontar y poner en diálogo a críticos de arquitectura con arquitectos es perfecta. Imprescindible Que se pueda poner sobre la mesa la discusión entre los que hacen la arquitectura y los que a priori deberían descifrar, según su punto de vista, qué está sucediendo y activar a los arquitectos, poniendo en crisis su producción, abordando ésta como eje desde el que fundar el debate, para entre todos marcar posiciones y posibilidades, es una necesidad. Pero lo que en principio podía percibirse claramente como una buena idea, naufragó estrepitosamente convirtiéndose en una situación estéril, narcisista, y completamente tediosa, donde los monólogos se antepusieron al diálogo. Sucedió como normalmente: era patente que no se había reflexionado a propósito del tema de este encuentro para preparar las propias intervenciones y estar alerta a las ajenas. Los arquitectos optaron por hacer una narración descriptiva de su obra y obviaron toda posición ideológica, indispensable en lo que se proponía como un debate, dedicándose a mostrar toda su última producción como si estuviesen frente a un público lego e impresionable o ante potenciales clientes. Sin asumir la fundamental diferencia entre una presentación y una seria exposición de ideas. Es tal la inercia, la ingenuidad y superficialidad ante la propia obra de los arquitectos que les es imposible tomar distancia para analizarla. Cabe entender que aquello que se les había pedido era posiblemente elegir un solo proyecto a través del cual explicar el sustrato de las intenciones proyectuales del estudio; aunque, se pueda sospechar, que desplegar todo el arsenal sirva de parapeto para ocultar inseguridades y complejos y obedecer la inercia marketingista de la arquitectura actual. Esto hizo advertir, por otra parte, de que tal vez en la elección del panel de participantes por parte de los responsables de 'Coup de Dés' no se tuvo en cuenta el evidente hecho que no todos los arquitectos – pese a la posible vigencia que su nombre pueda tener en un momento dado- poseen realmente un trasfondo intelectual sobre el que hablar y sobre el que debatir. Un defecto del que comienzan a adolecer demasiados 'encuentros de reflexión'. O lo interesante que puedan ser las aportaciones de arquitectos venidos de países del antiguo Bloque del Este, actualmente en pleno boom arquitectónico, cuyos dos representantes mostraron una obra cosmética destinada a los nuevos ricos que por esas tierras abundan. Por parte de los críticos, la cosa no anduvo mejor. (Cualquiera se aplica o a cualquiera se le impone el epíteto de ‘crítico’ a la ligera, razón por la que en estos momentos se trata de un concepto cuyo sentido está totalmente vapuleado). La presentación de éstos, además de complaciente, en algunos momentos rozó la adulación, tornándolos en fervientes hinchas o fans incapaces de poder distanciarse para realizar la necesaria abstracción crítica. En otros casos, el crítico no se ciñó a su papel auto-arrogándose el rol de prima donna, regocijándose en sus propias elucubraciones antes que en realmente responder a la ponencia del arquitecto a cuya intervención estaba ligado, obviando su tarea y dedicándose a una actuación performática con banda sonora incluida en algún caso, dejando así a su interlocutor y su obra como una presencia secundaria siendo, paradójicamente, el comisario del evento. El compromiso del crítico debe ser intervenir y defender beligerantemente su capacidad para intervenir, y definir las propias formas en que debe plantear sus análisis. Por eso, algunos de los tête-à-tête que se produjeron resultaron frustrantes cuando el arquitecto aprovechó este tipo de encuentros para hacer un uso propagandístico de su obra, incurriendo también en la escenificación ridícula. El crítico ha caído en la trampa mediática y se fascina con ella, siendo así su presencia perjudicial para el arquitecto, puesto que fingiendo analizar su obra, acaba actuando como su cómplice, eludiendo enfrentarlo a dilemas ni obligándole a poner su producción en tela de juicio. Para los que sostenemos que la arquitectura debe someterse a una catarsis en todos sus frentes (más aún en esta época de profunda inestabilidad), para dejar de mirarse el ombligo, y salir de la burbuja corporativa para poder analizar rigurosamente cuál es su papel tanto creativamente como prácticamente, poniendo todos los elementos necesarios para generar un discusión seria, sin divagaciones ni autocomplaciencia y en las cuales la crítica debe jugar un papel fundamental, la respuesta a la pregunta '¿Qué hay de nuevo?' parece pues clara. La Arquitectura hoy se encuentra en manos de individuos temerosos de asumir e inducir un cambio profundo que es necesario, pero que debilitaría su posición dentro del statu quo vigente. Ésta es la pista que ha encontrado esta edición de 'Coup de Dés'
Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste Publicado en ABCD las Artes y las Letras - Número 871
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